domingo, 28 de enero de 2018

319- De primeros amores y de nietos...




La foto apareció en mi whatsapp. Un hombre decididamente “mayor” (le ruego me perdone, ya que también
me reconozco en las mismas condiciones) sosteniendo en sus manos una beba casi recién nacida.
Se leía al pie: Inés,  el 6 de enero…


Cincuenta y tres años atrás esta servidora y el dueño de las manos caminaban por el Parque Rivadavia
hilando sueños adolescentes en una época tan ingenua, que su sola evocación provoca sonrisas
compasivas en mis hijos. Pero así era entonces para mí, para nosotros. Era el tiempo en que  la tele se veía
en blanco y negro y tener teléfono en casa era un milagro.
Y no me arrepiento para nada. Pongo por testigos a Los Sábados Circulares de Mancera, a Palito, a Julio Sosa
que moría en ese verano, a la Vuelta de Rocha en una tarde inolvidable y  a Neil Sedaka y sus dulces dieciséis
que eran también los nuestros.


Aunque el destino bifurcó muy pronto los caminos, vaya a saber una por qué razón bendita, nunca dejamos de saber
de nuestras vidas en estos cincuenta y tres años que han pasado como un soplo. Cada tanto supimos del amor adulto,
nuestras bodas, seis hijos entre ambos, viajes, padres definitivamente viejos, adolescencias filiales con variaciones,
profesiones realizadas, y sueños por cumplir, todo a través de dos o tres llamadas en el año. Nada más y ¡cuanto!
si pensamos que pudimos sostenerlo durante más de cincuenta años…


Y una, que en esta etapa está aprendiendo a saborear el tiempo de manera sutil, más refinada, porque es plenamente
consciente de su finitud y del valor del hoy, contempla esas manos del ayer envolviendo a la nieta con ternura y sonríe.
Sonríe dulcemente, compartiendo el milagro a la distancia. Y sintiendo también un poquito de malsana envidia...
Él ya es abuelo...y lo comparte con amor y orgullo. Bendita Vida…


¡Dios permita que en algún momento el whatsapp (que no ya el único teléfono del barrio) me deje enviar una foto mis
manos envolviendo tiernamente un nieto…!


Que así sea.


Cati Cobas

2 comentarios:

RosaMaría dijo...

Siempre tan tierna y acertada en tus crónicas. Sentido recuerdo de hermosos años, no nos cruzamos por una cuestión de edad, pero caminé por allí y también bailé en Ferro, debimos ser vecinas aunque no cercanas. Te doy un abrazo cariñoso y agradezco tus visitas a mi blog. Agrego un beso grandote

RosaMaría dijo...

Veo que no escribes más, una pena... Mirá quién habla, me cuesta hilar historias y me dedico a los reportes de paseos o cosas interesantes que encuentro. Un abrazo.