Sobre coplas de la canción “Mire que es lindo mi país, paisano…”
Letra y Música: Argentino Luna
Mire qué lindo es su país paisano
Los cuatro rumbos que le conocí
Si usté lo quiere como yo lo quiero
Cuando lo conozca me dirá que si
Esta primavera 2011 vino para mí repleta de verdes, restallante de perfumes frescos. Vino, en definitiva, con la vida abriéndose paso a través de la naturaleza de esta Argentina generosa . La magia de seguir aprendiendo cada día y de resucitar de las pequeñas muertes cotidianas apostando a la palabra escrita, me han llevado “tierra adentro”, haciéndome gritar -a voz en cuello- el título de esta crónica. Mi país, nuestro país, es hermoso realmente, por donde se lo mire. En este caso, transitando la pampa húmeda, en la que todavía resuenan los ecos de malones y donde la sombra de los fortines sobrevuela las ciudades. Ciudades trazadas con el tajo de la cruz, en medio de la nada.
Es que al comenzar las flores azules de noviembre, y gracias a la generosa invitación del Instituto Ott de Acassuso, donde despunto el vicio de desburrarme de modo cibernético en Coordinación Turística, anduve por los pagos de Luján. Y cuando los jacarandáes comenzaban a desvestirse, fue Junín, una de las ciudades más importantes del noroeste de la Provincia de Buenos Aires, la que me recibió con una Mención de Honor en el concurso literario Junín País.
Viera qué lindo este país paisano
Venga conmigo y no me mire así
Si le han vendido una postal de afuera
Mire primero lo que tiene aquí
Alguna vez dije que hay pocas cosas más difíciles para mí que “contar” “la pampa”. Una se sube al ómnibus y se va adentrando en una paleta que va del dorado del trigo al verde oscuro de la soja. Contempla, con orgullo, las curvas de las hojas intensas del maíz y deja perder los ojos en cielos celestes, transparentes. Aquí y allá pastan en libertad los animales y la vastedad del paisaje silencioso sobrecoge el espíritu.
La Mágica Señora de Sierra Mágina dijo alguna vez que en Argentina todo es grande. Y una, que reconoce sus raíces isleñas, de amaneceres rojos y cielos mediterráneos de un azul intenso, siente, más que nunca, el privilegio de haber podido vivir las dos tierras. Aquélla, en la que el horizonte avanza en siluetas de montañas próximas y pequeños trozos de tierra roja labrados con las uñas y ésta, que nos ha visto nacer, con horizonte inacabable y cascos de estancia sembrados a distancias imposibles, en medio de una tierra fértil, en la que casi casi, los granos crecen sin sembrarse.
Mire qué lindo mi país paisano
Si usté lo viera como yo lo ví
Un cielo limpio repartiendo estrellas
La madre tierra cunando el maíz
En Luján, la Estancia La República, nos regala la vista con caballos de increíbles destrezas, ciervos, jabalíes, y una colección de aves coronada por pavos reales de plumaje colorido. Nos trae , además, una huerta en la que se combinan vegetales y flores de una manera exquisita, a través de la mano sabia de la hija de Carlos Thays, el paisajista al que debemos la mayoría de los parques porteños.
Si hasta nos obsequian con una suelta de obedientes palomas blancas que vuelan en círculo, llevando en sus alas nuestros mejores sueños…
Contemplamos, maravillados, una muestra deliciosa de carruajes antiguos en perfecto estado de conservación. Desde pequeños coches para niños hasta algunos muy semejantes a las diligencias del lejano oeste. Hasta que el lujo de la platería, exhibida en el casco de la estancia, nos deslumbra con mates y aperos de un gusto exquisito. La imaginación vuela y regresamos a los tiempos en que el indio y el gaucho convivían en este cielo que ahora nos cobija. Un cielo parecido al que, poco después encontraríamos en Junín.
Viera qué lindo es su país paisano
Rompa el boleto ése que tiene ahí
La tierra sufre si la abandonamos
Yo que usted lo pienso y me quedo aquí
Y yo, después de vivir tres días en Junín, de pasear por sus calles tranquilas y de contemplar la mayor de sus tres lagunas junto a Mercedes, mi compañera de taller en la Maimónides, decido que mi corazón se queda allí, igualito que lo que aconseja el autor de la canción. Allí, con su gente amable y la sensación placentera de estar en una ciudad a escala de las personas. Allí, en los salones del Club Social, tan españoles, en el Teatro de la Ranchería, en la plaza principal reluciente, donde alguna vez caminó Evita de paso haca la escuela. Aún allí, en la vieja estación que ya no ve pasar los trenes y que me llena de nostalgia.
Hubiera estado bueno viajar a Junín aún sin menciones ni concursos. El aire es limpio, la gente se ve contenta y el Hotel Central, tan antiguo que albergó a Gardel, nos devuelve su patio florecido en fucsias.
Pero el concurso le agrega un detalle que reafirma que mi país es lindo: el encuentro literario con más de ciento cincuenta escritores tan aficionados como yo, llegados de muchas provincias lejanas y hasta de países limítrofes nos permite descubrir que, además del paisaje pampeano, nuestra tierra es rica en buena gente. Las charlas respetuosas, el compartir los textos, las sonrisas, las miradas nos hacen dar gracias a Dios por la bendición de esos días tan especiales y decir, igualito que Argentino Luna:
Viera qué lindo mi país paisano
Si usté lo viera como yo lo vi
Comprendería el porqué le pido
Lo que le pido cuando canto asi
Cati Cobas
2 comentarios:
Preciosa crónica Cati, un canto al campo argentino y a sus gentes, me gustó mucho.
Si me permitís, quitaría cinco palabras, al principio: "a la que tanto quiero" porque si ahí decís sólo Argentina, ya está bien, porque todo el texto implica eso de "a la que tanto quiero" y suena a anticipo o redundancia...
Besos,
Myri
Gracias, Miri. ya corregí lo que me sugeriste. Un abrazo. Cati
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