lunes, 4 de abril de 2022

344- Sorpresas mallorquinas por los pagos del Tandil

Para Sofía

Tandil es una guitarra

Con una caja de piedra
Con un diapasón de noche
Y un encordado de siembra

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Si vivo soñando con pegar la vuelta
A tus serranías pintadas de sol”       

Tandil por la zamba-Autor: Alberto Dansa

¡Cuánto hace que no escribo! Después de mis devaneos coronavíricos, mi inspiración quedó en cero. Y conste que, dentro de todo, vacuna mediante, en un mes me sentí repuesta de la “gripeciña”, que de tal no tiene ni un ápice, ya que aunque a una no la hayan hospitalizado, el susto y la sensación de agotamiento feroz no se las quita nadie.

Pero estos últimos días de marzo pude pasar ¡por fin! unos días en Tandil, y francamente, como siempre que ando por mi bendita Argentina, solo me quedó maravillarme.

Volver a las rutas infinitas, a los campos verdes, a los molinos pampeanos me renovó el corazón, a qué negarlo.

Y ya, al divisar las serranías de Tandilia en el horizonte, comencé a sentirme de vacaciones. Porque recorrer sus calles en damero tan prolijas, con naranjos y tilos por bordura, me hizo sentir dichosa, lo mismo que contemplar la plaza principal, rodeada de edificios que hablaban de una tierra pujante en el impulso de quienes la fundaron. Aunque no pude dejar de imaginar las luchas entre los puelches y el hombre blanco que se libró mucho tiempo atrás: tema que, por ahora, prefiero soslayar.

No quedó cerro por visitar: el Parque Independencia, con sus hermosas vistas, El Calvario, obra del Arquitecto Bustillo, el mismo que proyectó la rambla marplatense y el Llao Llao y  el cerro Centinela, así como de la Piedra Movediza. Cada uno con su encanto, sus pinos y eucaliptus perfumados, en pintorescos caminos de piedra ancestral.

Hasta aquí, la “mística” del lugar. Pero, queridos amigos: debo dar curso al título de esta crónica, ya que el corolario fue la “mástica”. Digna de estas letras, realmente.

Elena, nuestra encantadora guía, luego de “desburrarnos” acerca de la historia de la zona, nos llevó a un lugar increíble, que resultó ser uno de los sitios emblemáticos de la ciudad en materia de embutidos y quesos.

La primera impresión nos hizo dudar de la cordura de Elena porque el lugar rayaba en lo vetusto. Paredes encaladas, pisos de diferentes calidades y un aire más que antiguo para proveernos de los famosos quesos y embutidos tandileros, pero nuestra guía tenía un secreto: la magia del lugar.

 nos acostumbramos a la semipenumbra que poco a poco comenzó a aclarar, pudimos contemplar, prolijamente ordenados, todos los productos que íbamos a buscar y, a continuación, recorrimos las habitaciones que hacían las veces de restaurante para detenernos en cada objeto, cada letrero, cada envase antiguo. Para dejar paso a la ensoñación, derretidos como la cera de las velas que, introducidas en botellas hacían las veces de candelabros.

Nos pareció encontrar el eco de las carretas que a fines del siglo XIX y comienzos del XX supieron detenerse en un alto en el camino. O ver algunos gauchos jugando a la taba en el patio del fondo con una galería poblada de glicinas.

Ya no hay rejas de pulpería pero podían reconstruirse muy fácilmente con la imaginación, lo aseguro.

Fue tanta la historia cotidiana bien mostrada que no pude menos que preguntar por los creadores del lugar que se llama “Época de quesos”. Y ahí supe de Ramón Santamarina, su fundador por 1860, la conversión del lugar en almacén y los últimos 30 años al frente del lugar de Teresa Inza, pionera del turismo tandilense, que ya sobrevuela el lugar y seguramente desea que éste continúe con su lema: “Abrimos cuando llegamos y cerramos cuando nos vamos”, una muestra de cordialidad y gentileza para con los visitantes. En San Pedro es imposible no encontrar la sobrasada mallorquina en forma de longaniza de manos de los hermanos Corti pero cuando nos topamos con una legítima sobrasada tandilera, embutida en una tripa gorda, regordísima parecía el monumento a la sobrasada en los pagos de Tandil y me alegró el corazón encontrarla.

Es que somos casi casi universales…¿No les parece amigos?

¡Si hasta hemos conquistado en sabrosura la tierra puelche de la piedra movediza!

Cati Cobas

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