domingo, 1 de diciembre de 2013

299-Querido Esteban

“…y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.”

Antonio Machado

Querido Esteban:

Lo conocí cuando interné a mi mamá en la Casa de Descanso de HOM, y su presencia y trabajo allanaron caminos y ayudaron a pasar los días difíciles,  desde siempre, como hizo con cada familiar al que le tocó tratar, en la tarea de cuidar a nuestros mayores, llevando en el corazón la patente de armenidad.

Después, la vida nos hizo trabajar codo a codo para llevar adelante “el  Hogar” y compartimos estos  años de luchas y de trabajo cotidiano. Compartimos la alegría de ver que los abuelos estaban cuidados con cariño pero, también,  las ingratitudes de los que sin saber lo difícil que es  la tarea de cuidar a los mayores, nos juzgaban a la ligera, sin llegar a comprender las dificultades que enfrentábamos
.


En ese “codo a codo” conocimos nuestros gustos, nuestras historias, el día a día de nuestras vidas, el amor por nuestros hijos, compartimos la música armenia que tanto le gustaba, algún tanguito y el café que cada uno de los dos sabía cuándo le debía comprar al otro porque “ya no daba más”. Y bromeamos, cada lunes, sobre su pasión por Racing y mi simpatía por los Santos de Boedo.

Jamás nos tuteamos, y sin embargo creo que los dos supimos que éramos amigos. Y de los buenos.

Pero hoy le escribo, amigo, para decirle que estoy muy enojada con usted. La gente como usted no tiene derecho a morirse, ¿sabe? Y sin embargo, tozudo como siempre, así lo hizo, y en el camino al Dzeranots, en cumplimiento del deber, para variar.

¿Sabe, Esteban? Nadie puede pasar frente a su ventana sin esperar encontrarlo en su oficina, con su energía, su responsabilidad más que generosa, su cálida presencia. Y yo, la primera.
¿Sabe, Esteban? Desde los farmacéuticos de la vuelta, a la gente del super, desde el muchacho que le hacía la quiniela, hasta los basureros y la gente de mantenimiento, la voz es una sola: ¡Qué buen tipo!

Quiero contarle (sé que me está escuchando) que todos y cada uno de los que fueron tocados por su mano no hacen otra cosa que extrañarlo y traerlo a las paredes del Hogar, desde el reconocimiento y el cariño que usted sembró.
Las Autoridades, a las que vi llorar en serio, por su ausencia.
Los abuelos, que  lo despidieron en la puerta del Hogar como se despide a un hijo.
 Nosotras, TODAS sus compañeras, con la pena de haber perdido a un papá o, como en mi caso, a un buen hermano.
Los familiares, que tenían en usted un referente, muchas veces mucho más allá de lo que era su obligación, y a los que usted contenía y apoyaba con una generosidad a toda prueba.
En una época en que ser decente, trabajador, bueno, comprometido y generoso parece pasado de moda, usted lo fue (lástima que, por excederse en el esfuerzo, nos dejó demasiado pronto sin su compañía).

Lo extraño, Esteban. Lo extraño con todo mi corazón en cada minuto del día en que me esfuerzo por cubrir su ausencia, hasta que todo tome su rumbo y su sentido.
Lo extrañan “las chicas”, cada vez que llega la hora de almorzar o de pedirle las mil cosas que usted les resolvía.
Lo extrañan los abuelos, porque usted les daba seguridad desde el amor y desde la palabra compartida en el idioma ancestral.
Hasta las flores de la entrada lo están extrañando. ¿Quién las regará ahora?

Pero lo peor es que quienes más lo van a extrañar son los suyos. Su familia, sus hijos, su mujer, sus suegros, por los que se desvivía y a los que les va a hacer tanta falta.
Eso sí, Esteban. La gente honesta y buena no suele dejar fortunas en herencia, pero sepa que les ha dejado lo mejor: Un nombre sin mancha, una historia de dedicación y amor por sus raíces, la nobleza de su entrega y un amor infinito hecho de fútbol, picaditas, pizza y cariño incondicional.

En broma, yo le decía que en algún momento, íbamos a poner su imagen en la Capilla del Hogar con un cartelito que dijera “San Esteban  Adjemian, protector del Dzeranots”. Obviamente era una broma. Pero en realidad, para todos nosotros, va a estar cuidándonos y protegiéndonos cada día, como hacía cuando su corazón latía en desvelos y cariño.

Hasta siempre, amigo...


Cati Cobas

7 comentarios:

Anónimo dijo...

IMPRESIONANTE tu crónica. Pura emoción y amor. Y nos hiciste conocerlo y amarlo a nosotros también. Siento la pérdida y te felicito por esta crónica-adiós.
Beso
Myriam

CATI COBAS dijo...

¡Gracias, Miri!!!Un abrazo

Cati

Elise Reyna dijo...

Lamento la pérdida Cati, tu narración lo hace muy querible hasta para los que no lo conocimos, cariños.

cristina dahl dijo...

Realmente conmovedor tu reconocimiento ! Una semblanza impecable de la gran persona que fue Esteban.

Anónimo dijo...

Gracias por recordarlo a papi
Ari y Alex

CATI COBAS dijo...

Ari y Alex: su papá fue una gran persona y los quería con todo su corazón...qué menos podía hacer. Un abrazo a ustedes a la mamá y a toda la familia. Cati

RosaMaría dijo...

Amoroso homenaje! Un abrazo...