sábado, 5 de junio de 2021

339- Barcos de papel Caticrónica 2019


 El hombrón, de pie en la estación de subte, parecía gigante frente al chiquito que lo miraba asombrado con un papel de diario en la mano. A todas luces era el hijo de la mendiga que repetía su pedido de "unamoneditaporelamordeDios” en el rellano de la escalera.

Carita sucia, manos haciendo juego con ella. Pies mal calzados. Extendía la hoja de periódico al hombre encargado de controlar que los pasajeros no sortearan los molinetes sin pagar. No podía imaginar para qué iba a servir ese papel. El hombre comenzó a plegar y poco a poco fue apareciendo un barco de papel. Un hermoso barco que el chiquilín llevó entusiasmado a mostrar a su mamá.

Hubo un tiempo en que nos resultaba fácil andar por el mundo dando y recibiendo “barcos de papel” caricias gratuitas hechas de tiempo, de simples atenciones: cocinar algo rico y compartir un trozo con un vecino solitario, el cual devolvía el platito con alguna otra golosina, guiar a un transeúnte desorientado, decir una palabra amable porque sí, buscando una sonrisa, responder al saludo en un comercio, ceder un asiento sin cara avinagrada.

Hubo un tiempo que está siendo reemplazado por el apuro, los empujones y la cara hundida en el celular que enmascara nuestra imposibilidad de ponernos en el lugar del otro. Reemplazado por el “sálvese quien pueda” y no importa para nada el pró x imo.

Sin embargo alguna esperanza queda. Y la mía es subterránea.

El señor que carga las tarjetas en el subte, otro hombrón de magníficas dimensiones, y yo solemos saludarnos porque sí, y hacer algún pequeño comentario sobre algo cotidiano e intrascendente. Pero el otro día…el otro día plegó para mí el mejor barco de papel que recibí en mucho tiempo.

Era el Día de la Mujer. Y al pasar hacia los molinetes me llamó pidiéndome que me acercara hasta la ventanilla. Solo para entregarme un caramelo y decirme ¡Feliz día! Y lo fue, por supuesto. ¡De su propio bolsillo este buen hombre había decidido regalarnos una dulce felicitación a todas las pasajeras! ¡Enorme barco de papel para ahuyentar las penas de esta crisis y hacernos sentir miradas, personas! Resolví que la cadena se extendería y al llegar a mi destino entregué el caramelo a la muchacha que controla la estación. ¡Debieran haber visto su sonrisa después de el “Feliz día”!

Barcos de papel.

Humanidad.

Cati Cobas

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