“Pasa la belleza, y la juventud,
Los optimistas y los pesimistas,
Pasan las pestes, pasa la salud.
Quedan
los artistas…"
“Quedan
los artistas” de Enrique Pinti
Viviste una larga vida
y partiste con ochenta y dos años, dejándonos un agujerito en el alma a tus
coetáneos y admiradores, entre los que me encuentro.
Si bien siempre se te
asoció con Carlos Perciavalle y Antonio Gasalla, a mi me pareciste distinto y,
que me perdonen ellos, mejor persona.
Monologuista de la
estirpe de Pepe Arias o Tato Bores, te escuché siempre perspicaz y amargo a la
vez frente a nuestras argentas realidades. Precursor del género en el que descollaste y que ahora
denominan “stand up”, sonrío cuando veo
a Moldavsky con la banda presidencial cuyo origen es, indudablemente, tu “Vote
a Pinti”.
Pero vos sos mucho más:
escritor, actor, dramaturgo, creador de un sinfín de espectáculos, adaptador de otros,
especialmente, algunas comedias musicales. La palabra “prolífico” apenas te
describe en parte, admirable Enrique.
Nunca dejaste de ser el
muchacho que nació en Constitución (Entre Ríos 1818, no te cansabas de
repetirlo) y, aunque fuiste amigo de algunos personajes con los que no comulgo
particularmente (creo que a veces lo eras porque se te veía un tipo agradecido,
aunque no servil), se te puede encontrar en reportajes con toda la cultura
argentina sin hacer excepciones ideológicas. Eso te honra aún más. Lo mismo que
tus opiniones sobre la mujer, expresadas mucho antes del actual movimiento
feminista.
Algunos han tenido la
osadía de tratar de soez tu vocabulario. “Las cosas por su nombre” era tu forma
de vivir y la sostuviste a rajatabla. Tu cultura y la buena forma de trasmitirla
compensaban ampliamente la vulgaridad de algunas palabras.
Se te escuchó lúcido
hasta el último día y aunque tu mirada dolía muchas veces era inevitable respetarla
porque apelabas al humor, a veces negrísimo, para contar tu versión de la
historia o la actualidad, y no se te podía refutar.
Sin embargo uno se iba
de tus espectáculos con buen sabor de boca porque se adivinaba en vos el amor
que sentías por ésta, nuestra tierra, tan mal querida tantas veces. Así como la
defensa permanente de la democracia por complicada que resultara.
Vos escribiste sin
pensarlo tu epitafio. Y partiste para cerrar del todo tu coherencia de vida en
el “Día del Teatro”. Y, sí, Enrique: “quedan los artistas”. Y vos, a no
dudarlo, serás siempre uno de ellos (y de los buenos).
Cati Cobas
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