Generala
Doble
(Comentario sobre “Venimos
de muy lejos”, la película de Ricky Piterbarg sobre el teatro de Catalinas Sur)
“...imborrables
momentos que siempre
guarda
el corazón…”
“Inolvidable”,
de Armando Manzanero
El verano de mis quince
años quedó entrelazado para siempre con los rincones de La Boca y de Catalinas Sur. Imposible negarlo.
La vida siguió su curso
y San Telmo, Boedo, mi querido Parque Chacabuco y ahora Palermo Soho fueron o
son los escenarios de mis días y he disfrutado y disfruto de ellos con la sabiduría de creer que todo tiene su tiempo, como dice la Biblia.
Pero la canción de
Manzanero, que preludia esta crónica, habla con total certeza de lo que sentí el domingo cuando asistí al pre-estreno de la
película “Venimos de muy lejos”, en el Cine Club Núcleo.
Verla fue como haber rebobinado
la vida. Por partida doble. Comenzando por los barcos y los “tanos” y “gallegos”
representados por la gente del Teatro de Catalinas Sur. El Hotel de
inmigrantes, el conventillo, las luchas, las ganas de trabajar de los abuelos
de todos nosotros.
Y,
también, volver a taconear La Vuelta de Rocha, subir al atelier de Quinquela,
contemplar la pintura de Mariette Lydis, en la Parroquia Nuestra Señora Madre de
los Emigrantes y escuchar el carancanfun de Julio Sosa, que moría en aquel noviembre de ¡1964!
No pude dejar de llorar
de emoción ni cinco segundos. Me fui de viaje en los vaporosos volados de la
niña de la bicicleta, hilo conductor de esta película. Y me dejé
embargar por la fuerza de la gente del barrio ,defendiendo sus sueños entre
choriceadas y charlas infinitas.
Hoy, después de varios
días, los ecos del ayer y del hoy no me dejan tranquila y han hecho el milagro
de que vuelva a escribir después de tantos meses de silencio. He sacado
generala doble.
“Venimos de muy lejos”
tiene magia. Les ruego que la vean, Es imposible no reconocerse en sus
personajes y en su gente buena. Les ruego que la vean.
Y, también, que se den
permiso para recibir en ella la nueva inmigración (la de la buena gente) con la
mirada pura con la que se nos muestra.
¡Ojalá me hagan caso!
Una Cati quinceañera, renacida
entre las calles de Catalinas, detrás de la cámara de Riky Piterbarg, se los
recomienda.
Cati
Cobas
Cati, qué baño hermoso de nostalgia. Me encantaría ver esa película. Ojalá la exporten! Me gustó mucho tu crónica. Un beso Myriam
ResponderEliminarGracias, Miri!!! Ojalá la exporten...te encantaría...Besos. Me voy a trabajar
ResponderEliminarGracias por tú consejo, espero poder verla pronto
ResponderEliminarHoola Caci... Qué alegría contagiosa! Me emociono también al leerte pues lo transmites con toda pasión y mucho romanticismo. Besos grandotes... ya ves cada tanto vuelvo por aquí.
ResponderEliminarGracias, Rosa María, por ser una lectora tan fiel. Te mando un abrazo enorme...
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