¡No crean los lectores que me ha dado por los trabalenguas! ¿Eh? Sucede que mi Robert Wagner personal está absolutamente desatado… Ha sido atacado por una nueva especie de virus
denominado Garodalí y ¡le ha dado por “las tablas”!…Y no las que vienen del árbol, precisamente, porque si piensan los lectores que en vez de un Robert Wagner tengo un Harrison Ford, también actor pero carpintero aficionado, se equivocan de medio a medio. Me estoy refiriendo, nada más y nada menos que a “las tablas” escénicas, con lo que en cualquier momento Lucho Avilés, Rial y “La Canosa” nos inundan la casa de noteros.
Pero ¡basta de intrigas!
Sepan, señores, que mi por demás sufrido cónyuge supo formar parte allá por los setenta del
Conjunto de Danzas Armenias Kaiané, hecho no menor en su trayectoria vital. Toda su adolescencia y juventud transcurrieron entre el estudio, el trabajo y las actuaciones dirigidas por Alicia Antreassian, una muchacha, en aquellos tiempos, tan joven como él. Alicia dedicó gran parte de su vida al Kaiané y pudo, felizmente, capacitarse y volcar sus conocimientos haciendo, junto a un esforzado equipo de colaboradores, del conjunto el orgullo de la comunidad armenia en argentina. En aquellos tiempos, el Kaiané me ponía un poquito celosa, lo confieso, ya que debía compartir al buen mozo de mi novio con sus bonitas compañeras que
, para colmo, tenían con él raíces que me eran ajenas. A pesar de ello, y de ser considerada “la gallega”, como suele decirse en Argentina a todo derivado de la Península Ibérica, siempre me sentí tratada con simpatía y afecto. Sin embargo, lo confieso, ahora que estamos todos en etapas más serenas, en aquella época no podía , por mejores que fueran los tratos de los integrantes del conjunto, dejar de verme un tanto… “crispada” cuando Jorge alzaba a Alicia en sus brazos, durante la danza “Zapatitos”…
Pero hace unos meses, Silvia, ¡mi cuñada!, llegó con una hermosa novedad. Ella ya formaba parte desde hacía tres temporadas, del Garodalí (apelativo que refiere a la nostalgia), un subconjunto formado por aquellas “chicas” de los setenta y ochenta, muchas de las cuales veían, con orgullo, cómo sus hijos también se unían al Kaiané, pero nos traía una novedad ya que este año, en vísperas de que el conjunto celebrara su cincuenta aniversario, estaban invitando a ex integrantes masculinos. Y, ahí, como se imaginarán, estuvo mi Robert en primera fila, junto a Pablo, mi cuñado, y otros jóvenes con cincuenta y sesenta abriles en su haber.
De modo que, atacado por el virus mencionado al comenzar este relato, Cayian ha abandonado un tanto su gimnasio para entregarse a las melodías de Aram Khachaturian o Turvanda Kerbeyikian, entre otros, volviendo a los ritmos que acunaron su juventud.
Y este lunes 19 de octubre fue el Gran Día. Los integrantes de Garodalí participaron del recital del Conjunto Kaiané en el Teatro Astral ¡en plena calle Corrientes!
Otra crónica haría falta para contarles, mis lectores, sobre la calidad del espectáculo que, brindado por cuatro generaciones de descendientes de armenios nos regaló una muestra certera de disciplina, entrega y calidad hechas música, danza y riqueza de vestuario. Sobre todo teniendo en cuenta que se trata de aficionados, de niños, adolescentes y adultos que estudian, trabajan y no viven de la danza sino que le dedican horas restadas al sueño y al descanso. Todos los asistentes aplaudimos, orgullosos, cada baile: los suaves y delicados, ejecutados por las mujeres y los rudos y viriles concretados por los grupos de varones, entre los que se cuenta mi sobrino Nicolás. Y otra crónica más haría falta para decir de la emoción que a todos nos embargó durante el homenaje a Alicia Papazian, una integrante del conjunto de la nostalgia que pocos días antes de la actuación había abandonado
este mundo.
Pero…cuando los y las integrantes de Garodalí salieron a escena: ¡Qué maravilla! Fue tan pero tan hermoso ver a “las chicas” y a “los muchachos” con la Vida a cuestas, sonriendo de emoción al pisar el escenario. Cada uno con sus penas, pero entero en las ganas de seguir luchando la cotidianeidad, con esas ganas hecha salto, giro, o brazo entrelazado al compás de la música. Los rostros, distendidos; los ojos, brillantes de entusiasmo…
Si alguna vez sentí la mordedura de los celos ésta ha cedido, lo aseguro, a la ternura y a la gratitud. La felicidad de mi marido, de mi compañero de tantos años, sólo hablaba de digno orgullo por el logro, por poder decir: “aquí estamos, y de pie, más allá de cualquier dolor o pena, unidos en raíces y en historia, guiados, como siempre, por la querida Alicia que sigue también de pie, como nosotros“.
Y si bien, ayer y hoy la mayoría de los garodalinos y garodalinas habrá tenido que concurrir al traumatólogo o, por lo menos, apelar a algún analgésico o relajante muscular…ya se están comenzando a preparar para el Cincuentenario del Kaiané porque…
¡Quién les quita lo bailado!
Cati Cobas (de Cayian)
Pero…cuando los y las integrantes de Garodalí salieron a escena: ¡Qué maravilla! Fue tan pero tan hermoso ver a “las chicas” y a “los muchachos” con la Vida a cuestas, sonriendo de emoción al pisar el escenario. Cada uno con sus penas, pero entero en las ganas de seguir luchando la cotidianeidad, con esas ganas hecha salto, giro, o brazo entrelazado al compás de la música. Los rostros, distendidos; los ojos, brillantes de entusiasmo…
Si alguna vez sentí la mordedura de los celos ésta ha cedido, lo aseguro, a la ternura y a la gratitud. La felicidad de mi marido, de mi compañero de tantos años, sólo hablaba de digno orgullo por el logro, por poder decir: “aquí estamos, y de pie, más allá de cualquier dolor o pena, unidos en raíces y en historia, guiados, como siempre, por la querida Alicia que sigue también de pie, como nosotros“.
Y si bien, ayer y hoy la mayoría de los garodalinos y garodalinas habrá tenido que concurrir al traumatólogo o, por lo menos, apelar a algún analgésico o relajante muscular…ya se están comenzando a preparar para el Cincuentenario del Kaiané porque…
¡Quién les quita lo bailado!
Cati Cobas (de Cayian)
Soy una de las Garodali.
ResponderEliminarAgradezco tus palabras, que muestran desde el interior y el exterior, lo que significa ser un integrante de este grupo humano.
Desde el lenguaje de la danza, se puede decir, vos supiste escuchar y entender.
Me siento satisfecha porque leyendo tu crónica veo que el mensaje llegó sin interferencias...es: por nosotros, por los que se fueron y por los que vendrán!!
Nuevamente, gracias!!!
Graciela ( Garodali)
Acabo de descubrir la palabra, su significado y lo que importa a mucha gente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchísimas gracias a Graciela, una de las garodalís ¿o garodalíes? por lo que me decís con tanto sentimiento. Un beso grande de Cati
ResponderEliminarGracias, Joselo, por tu amabilidad en leerme y hacérmelo saber. Es muy estimulante...Cati
ResponderEliminarGracias, Delia. me emocionan tus palabras. Cati
ResponderEliminarSoy el Robert Wagner de la crónica, tengo un protagonismo que nunca esperé. Los protagonistas fueron todos los chicos, los grandes, los de arriba y abajo del escenario. Pero eso si, lo que se cuenta de los sentimientos, la alegría es absolutamente cierto. Gracias Cati por transmitirlo.
ResponderEliminarYo estoy muy orgullosa de mi Robert. Y doy gracias a la Vida por tenerlo a mi lado. Me alegra que hayamos podido vivir un momento tan lindo y tan...garodalino. Un beso. Cati
ResponderEliminarHola Caty, soy Marga desde el correo de Armén...
ResponderEliminarQue puedo agregar a tus comentarios, personalmente- y no me canso de repetir- mi agradecimiento a la vida que me da esta oportunidad de compartir emociones tan especiales con mi congéneres.
T
e agradezco tu mail y te felicito.
Un bachig muy grande a tu Robert Wagner y otro especial para vos. Te esperamos como siempre en tu casa la Unión Cultural Armenia.
Marga Haladjian
De Miriam Chepsy
ResponderEliminarHola Cati, qué crónica preciosa y llena de amor. Puede estar contento tu Robert Wagner, y lo está, ya leí su comentario.
Felicidades por los bailes y a ver cuándo te bailás una sardana o lo que corresponda...
Besos
Miri
A Marga:
ResponderEliminarYo estoy muy contenta de verlos a todos y muy especialmente a vos, querida marga, dando gracias a la vida en el Garodalí. Un abrazo enorme de Cati