Ayer debí estar con los amigos de San Pedro celebrando con ellos, y con un selecto grupo de amigos de Buenos Aires, la Primavera 2014. Pero estoy hecha una madre muy paseandera y, aunque no me lo reprochen, tuve la impresión de que este fin de semana “los chicos” se alegrarían de tenerme por acá. A decir verdad, creo que más por los fideos a la bolognesa que por mi humilde presencia… Pero permítame el lector creer lo contrario.
La cuestión fue que el sábado por la noche, con Mercedes, le dimos la bienvenida a la estación de los jacarandáes florecidos cenando en la coqueta zona de Palermo. Y lo pasamos magnífico.
Pero cada hijo es distinto. Y eso nos enriquece la vida, si sabemos aprovecharlo. Así que ayer, 21 de septiembre, al enterarme de que Germán, un encantador amigo de Fernando, saxofonista y futuro aviador, tocaba en Parque Centenario (muy cerca de casa), con “Cape la minga”, una banda “pum para arriba”, no le di tiempo a mis huesos a anquilosarse y, después de la bolognesa, salí, disparada, a disfrutar del encuentro músico-primaveral. No quería llegar tarde, y perderme la actuación.
Nunca mejor empleada la palabra “disparada”. Fernando había querido llevarme en moto pero no me atreví. Temí que me perdiera en el camino o que quedara sordo por mis alaridos de susto. Así que, prudente, le dije: “nos vemos allá”.
Al llegar al Centenario había tres sitios donde participaban bandas. Y buscando el correcto, encandilada por el sol, no atiné a ver el pozo que se abría ante mí ¡Me recogieron entre cuatro! ¡Más me hubiera valido convertirme en motoquera!
Finalmente, guiada por el celular del paciente trompetista, encontré el lugar dentro del parque, que por cierto, porteños, está hermoso. Y ahí me acomodé en el suelo, contra un árbol, ya que la banda tocaría como cierre y faltaban ¡como dos horas! para que sucediera.
Pero disfruté de los jóvenes. Diferentes bandas, del rock al reggae, pasando por una fervorosa batucada, hicieron sonar sus acordes para dar la bienvenida a La Primavera. Aunque lo mejor estaba rodeándome: viejos, jóvenes, bebés, cantando, bailando, celebrando la vida en ese domingo de sol tan sereno, que invitaba a sonreír a quien tuviéramos enfrente sin medir más que las ganas de pasar un rato amable.
Eso sí, recostada mi osamenta contra el mentado arbolito, ya que no quedaba ni un cachito que no estuviera resentida luego de la caída y clamara porque diera comienzo la actuación de Germán y sus amigos. Me preguntaba, mientras tanto, qué significaba eso de “Cape la minga”.
Parece que quiere decir algo así como ¡Viva la unión! En este caso, de los músicos. Ya que la palabra “minga”, según Wikipedia dixit, proviene del quechua mink'a o minga «trabajo colectivo hecho en favor de la comunidad»; minca del quechua minccacuni «solicitar ayuda prometiendo algo»; o mingaco y es una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario, con fines de utilidad social o de carácter recíproco, actualmente vigente en varios países latinoamericanos.
Ésta puede tener diferentes finalidades de utilidad comunitaria como la construcción de edificios públicos o ir en beneficio de una persona o familia, como al hacerse una cosecha de papas u otro producto agrícola, entre otras, siempre con una retribución para quienes han ayudado. Se ejerce principalmente en Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile y Paraguay.
Bien aplicado el término ¿no creen? ¡Y cómo les lució la asociación! Fue un cierre excepcional, con gente de todas las edades saltando y bailando al compás de la banda cuyo cantante arrastraba a todos a moverse al compás de músicas alegres, a hacer el trencito, ahí, en medio de los árboles y sobre el césped, sin importar de dónde habíamos salido. De reojo, miré a Fernando como pidiéndole permiso, y su sonrisa avaló que me uniera a la fila de zigzagueantes celebradores de la Vida, sin importar huesos machucados o diferencias etarias.
Era 21 de septiembre y muy justo y necesario celebrar la esperanza sin reparos.
Por eso, amigos, para todos: ¡Cape la minga! ¡Llegó la Primavera!
Cati Cobas
Qué divertida, instructiva y bella descripción!Espero que a esta altura estés recuperada. Yo estoy en obras aunque esta primavera no acompañe con el tiempo.Feliz de poder hacerlo y todavía no me duele nada a pesar de tanto zafarrancho.Siempre que viene Miri paseamos por el Centenario. Beso y hasta la próxima.
ResponderEliminarBeso enorme, RosaMaría...gracias por estar siempre...
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