soy,
en el buen sentido de la palabra, bueno.”
Antonio
Machado
Querido Esteban:
Lo conocí cuando
interné a mi mamá en la Casa de Descanso de HOM, y su presencia y trabajo
allanaron caminos y ayudaron a pasar los días difíciles, desde siempre, como hizo con
cada familiar al que le tocó tratar, en la tarea de cuidar a nuestros mayores,
llevando en el corazón la patente de armenidad.
Después, la vida nos
hizo trabajar codo a codo para llevar adelante “el Hogar” y compartimos estos años de luchas y de trabajo cotidiano.
Compartimos la alegría de ver que los abuelos estaban cuidados con cariño pero,
también, las ingratitudes de los que sin
saber lo difícil que es la tarea de
cuidar a los mayores, nos juzgaban a la ligera, sin llegar a comprender las
dificultades que enfrentábamos
.
En ese “codo a codo” conocimos nuestros gustos, nuestras historias, el día a día de nuestras vidas, el amor por nuestros hijos, compartimos la música armenia que tanto le gustaba, algún tanguito y el café que cada uno de los dos sabía cuándo le debía comprar al otro porque “ya no daba más”. Y bromeamos, cada lunes, sobre su pasión por Racing y mi simpatía por los Santos de Boedo.
Jamás nos tuteamos, y sin
embargo creo que los dos supimos que éramos amigos. Y de los buenos.
Pero hoy le escribo,
amigo, para decirle que estoy muy enojada con usted. La gente como usted no
tiene derecho a morirse, ¿sabe? Y sin embargo, tozudo como siempre, así lo
hizo, y en el camino al Dzeranots, en cumplimiento del deber, para variar.
¿Sabe, Esteban? Nadie
puede pasar frente a su ventana sin esperar encontrarlo en su oficina, con su
energía, su responsabilidad más que generosa, su cálida presencia. Y yo, la
primera.
¿Sabe, Esteban? Desde
los farmacéuticos de la vuelta, a la gente del super, desde el muchacho que le
hacía la quiniela, hasta los basureros y la gente de mantenimiento, la voz es
una sola: ¡Qué buen tipo!
Quiero contarle (sé que
me está escuchando) que todos y cada uno de los que fueron tocados por su mano
no hacen otra cosa que extrañarlo y traerlo a las paredes del Hogar, desde el
reconocimiento y el cariño que usted sembró.
Las Autoridades, a las
que vi llorar en serio, por su ausencia.
Los abuelos, que lo despidieron en la puerta del Hogar como se
despide a un hijo.
Nosotras, TODAS sus compañeras, con la pena de
haber perdido a un papá o, como en mi caso, a un buen hermano.
Los familiares, que
tenían en usted un referente, muchas veces mucho más allá de lo que era su
obligación, y a los que usted contenía y apoyaba con una generosidad a toda
prueba.
En una época en que ser
decente, trabajador, bueno, comprometido y generoso parece pasado de moda,
usted lo fue (lástima que, por excederse en el esfuerzo, nos dejó demasiado
pronto sin su compañía).
Lo extraño, Esteban. Lo
extraño con todo mi corazón en cada minuto del día en que me esfuerzo por
cubrir su ausencia, hasta que todo tome su rumbo y su sentido.
Lo extrañan “las chicas”,
cada vez que llega la hora de almorzar o de pedirle las mil cosas que usted les
resolvía.
Lo extrañan los
abuelos, porque usted les daba seguridad desde el amor y desde la palabra
compartida en el idioma ancestral.
Hasta las flores de la
entrada lo están extrañando. ¿Quién las regará ahora?
Pero lo peor es que
quienes más lo van a extrañar son los suyos. Su familia, sus hijos, su mujer, sus
suegros, por los que se desvivía y a los que les va a hacer tanta falta.
Eso sí, Esteban. La
gente honesta y buena no suele dejar fortunas en herencia, pero sepa que les ha
dejado lo mejor: Un nombre sin mancha, una historia de dedicación y amor por
sus raíces, la nobleza de su entrega y un amor infinito hecho de fútbol,
picaditas, pizza y cariño incondicional.
En broma, yo le decía
que en algún momento, íbamos a poner su imagen en la Capilla del Hogar con un
cartelito que dijera “San Esteban Adjemian, protector del Dzeranots”. Obviamente
era una broma. Pero en realidad, para todos nosotros, va a estar cuidándonos y
protegiéndonos cada día, como hacía cuando su corazón latía en desvelos y
cariño.
Hasta siempre, amigo...
Cati
Cobas
IMPRESIONANTE tu crónica. Pura emoción y amor. Y nos hiciste conocerlo y amarlo a nosotros también. Siento la pérdida y te felicito por esta crónica-adiós.
ResponderEliminarBeso
Myriam
¡Gracias, Miri!!!Un abrazo
ResponderEliminarCati
Lamento la pérdida Cati, tu narración lo hace muy querible hasta para los que no lo conocimos, cariños.
ResponderEliminarRealmente conmovedor tu reconocimiento ! Una semblanza impecable de la gran persona que fue Esteban.
ResponderEliminarGracias por recordarlo a papi
ResponderEliminarAri y Alex
Ari y Alex: su papá fue una gran persona y los quería con todo su corazón...qué menos podía hacer. Un abrazo a ustedes a la mamá y a toda la familia. Cati
ResponderEliminarAmoroso homenaje! Un abrazo...
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