domingo, 17 de junio de 2012

287- Trilogía balear (Sobre las presentaciones de "Dos orillas para una crónica")



Trilogía: “Conjunto de tres obras del mismo autor entre las que existe una relación o se ocupan del mismo tema.”

¿Qué tienen en común Santa Fe de la Veracruz, Santa María de los Buenos Aires y San Pedro? Lo primero que dirá el querido lector es que se trata de tres ciudades argentinas muy “santificadas”, ¿cierto?

A lo cual respondo que sí, que son tres ciudades argentinas cuyos apelativos responden a bautismos avalados por la Santa Madre Iglesia pero que también han constituido las sedes de mi más pagana fiesta mayumea en pleno otoño. Esta celebración de origen fenicio (como los honderos baleares primigenios) se celebraba en honor de la Buena Diosa (Bona Dea, Maya, Mesaia o Fauna diosa de la fertilidad) y era la fiesta europea de las primeras flores, de la vida que se renovaba con los primeros calorcitos.

Y digo a voz en cuello lo que digo porque para mí el mes de mayo contradijo en espíritu los dorados primeros fríos otoñales por estos pagos bien al Sur del Sur del mundo. Y lo hizo en una trilogía balear de libros y ciudades de tanta calidez que podría honrar a más de una diosa buena y primaveral en medio de las hojas que caen y los vientos que soplan por la zona.

Todo comenzó con la Feria del Libro. “Dos orillas para una crónica”, mi primer libro de papel, fue allí presentado en sociedad en el stand de la Editorial Dunken. No crean que “me la creo”, amigos. Pero no dejó de ser muy emocionante aunque agridulce firmar los primeros ejemplares para unos cuantos amigos de generosa complicidad con la tutela de Jorge y Mercedes, luego de un día muy difícil para la familia, ya que el 1° de mayo Doña Juana, mi suegra, había partido de la mano de los ángeles.

Y a partir de ahí: una vez más la magia del verbo hecha voz, música y abrazo. La magia

de haberse atrevido a desnudarse en viejas historias mallorquinas y argentas convertida en maravillosos rencuentros y en amigos nuevos a disfrutar de ahora en adelante. La siempre renovada fascinación de la palabra escrita abriendo puertas en las tres generosas casas baleares que permitieron la presentación del libro a los “paisanos”.

Hablo, por riguroso orden cronológico, del Centro Balear de Santa Fe, la Casa Balear de Buenos Aires y la Agrupación Mallorca de San Pedro (la más mallorquina de las tierras argentinas). Ellas constituyeron los tibios nidos para mi trilogía balear de inmigración, abuelos y memoria.

¿Cómo agradecer nombrando a uno por uno de los que me ayudaron en cada ciudad, en cada centro, sin caer en odiosos e injustos olvidos, me pregunto? ¿Bastará con un GRACIAS gigante que abarque permisos, aceptación, apoyo, convocatoria, anuncios, equipos de imagen y sonido; escritores generosos y música ad-hoc ; sabrosos bufetes y cálidos aplausos? Estoy segura de que quienes esto lean sabrán que el GRACIAS no conoce excep ni acep…ciones. Es un gracias nacido desde el calorcito que me ha quedado en el corazón luego de sentir, en cada casa, que su gente se podía identificar con Marcial e Isabel, con Miguel y Catalina. Que con sus vidas renovadas en papel estaba contando las historias de tantos como ellos que en el fértil campo santafecino, en la altiva Reina del Plata o en la bella San Pedro, habían luchado y formado nuevas generaciones de argentinos tan orgullosos de sus raíces bale

ares como para seguir honrándolos a través del compartir una tarde con esta mujer contadora de historias.

En pocos días será invierno por aquí. Pero la diosa fenicia de la primavera debe sonreír sabiendo que esta trilogía balear de santos y ciudades, de libros y nostalgias, de viejos amigos y otros recién amanecidos me ha hecho tan feliz y promete prolongarse “aquí” o “allá”, en la otra orilla del Atlántico en nuevas fiestas que celebren mis raíces y me permitan, a fines de mi otoño, florecer en la palabra.

Cati Cobas

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