(Corrección ortográfica Sebastià Covas Adrover)
Los lectores que me sufren ya conocen la historia. La eterna noticia de desarraigos y arraigos producidos por la inmigración. Desarraigos convertidos en “sobrasada a la argentina”, ensaimadas, paellas y “panades” preparadas y disfrutadas tan lejos de las islas; en “senalletas” llenas de ilusiones, en copeos y jotas en los que resonaba la siempre añorada Mallorca. Y arraigos hechos mate, asado, dulce de leche, tango y chacarera, en el caso como el nuestro de que la tierra fuera la argentina.
Porque Marcial (oriundo de Marratxi) e Isabel (la salerosa salinera), mis abuelos maternos, vivieron felices en esta orilla del Plata, pero jamás olvidaron su Roqueta. Ésta, sus canciones, sus costumbres, sus historias permanecieron en ambos (sobre todo en Isabel) hasta su muerte y perduraron en mis padres y en mí de modo tal que aún hoy me resulta imposible expresar algunas ideas en castellano. Es más, ni siquiera en nuestro “lunfardo” (argot de Buenos Aires), que tanto me apasiona.
Hay sensaciones, conclusiones, opiniones que solamente puedo pensarlas en el más genuino mallorquín, aunque viva tan lejos del lugar de donde provienen mis raíces.
Es por eso que intentaré compartir con ustedes, mis amigos, algunas de esas ideas auténticamente isleñas expresadas en refranes y modismos. Los isleños trasplantados conservaban algo de la desconfianza ante los “invasores” y se mantenían “derrera sa roca” (detrás de la roca) ante lo nuevo o lo desconocido adoptando una filosofía en la que cabían expresiones del mallorquín que a veces resultaban casi indescifrables si no se conocían los códigos de los inmigrantes.
Demás está decir que intentaré traducirlas, aunque puedo asegurarles que, por más que lo intente, nunca tendrán el sentido exacto, la entonación y el carácter originales. Sin embargo estimo que valdrá la pena la patriada. Tengo la esperanza de que, al leerme, algunos de esos nietos o bisnietos de baleares, diseminados por esta bendita América, puedan recordar aquella frase inolvidable de su “padrina” (abuela) o alguna expresión graciosa de su abuelo mallorquín y renueven el amor entrañable por sus orígenes, sin dejar de querer el generoso suelo en el que habitan.
Cabe señalar que parte de esas expresiones son el fiel reflejo de una idiosincracia muy especial hecha de prudencia, experiencia y también picardía, combinadas con un cierto escepticismo propio de aquellos que han tenido que luchar y economizar para sobrevivir.
“Tu somnies teresetes” (Tú sueñas marionetas). Haciendo alusión a sueños imposibles.
“Aquest, si no te trepitja, te capola” (Éste si no te pisa, te tritura). Llena de prevención ante alguien presuntamente peligroso.
“Aquest fa es “ronsero”” (Éste te hace el distraído). Huelgan las aclaraciones.
“Tu fas es roïssos grossos” (Tú desperdicias a lo grande). Siempre el ahorro presente.
“Alla on un creu que no si hi plou, no hi poden estar de goteres” (Allá donde uno cree que no se llueve no se puede estar de goteras) aludiendo a que siempre nos parece mayor la dicha del vecino cuando en realidad ni nos imaginamos los problemas que puede esconder.
Hay otras graciosas y alguna vez un tanto groseras que hablan del carácter terminante de los mallorquines, por lo menos de los que he tenido el placer de conocer. Para muchos de ellos lo que es evidente, no tiene vuelta atrás y lo que no tiene sentido común merece expresiones categóricas y rotundas sin remilgos ni adornos inútiles.
“Has cagat, Toni?, demà estaras bo” (¿Has evacuado, Toni? Mañana te sentirás bien) Se decía cuando alguien se había despachado a gusto de un entripado.
“Aquest vol s’estopa i es cul calent” (Éste quiere la estopa -con la que debía hacer el fuego- y el trasero calentito). Aplicado para aquellos que quieren todo sin perder nada.
“Bona l’has feta!” (Buena la has hecho).
“Tal dia fara un any” (Tal día hará un año). Cuando se prevé un mal fin a algún hecho.
“Això es un pegat” (Ésto es un postizo). Ante objetos o situaciones mal terminados.
“Això no treu cap en lloc” (A ésto no se le encuentra cabeza por ningún lado). Cuando algo no tiene sentido por más que se lo busque.
“Son vuits i nous i cartes que no lliguen” (Son ochos y nueves y cartas que no sirven para el juego). Se aplica cuando alguien dice sinrazones.
“Aquest ha perdut es corbam” (Éste ha perdido el entendimiento).
“No vols brou? Idò, tassa i mitja” (¿No quieres caldo? Entonces, taza y media). Se aplica cuando no desearíamos vivir una situación y debemos soportarla corregida y aumentada.
Párrafo aparte ameritan ciertas expresiones que, aunque tienen su equivalente castellano, jamás, pero jamás, igualan la sensación que producen dichas en su lengua original.
Y si no es así, díganme los mismos mallorquines nacidos en la isla si es igual estar “escarrufat” que tener escalofríos o ver una mujer “escambuixada” que despeinada. De igual modo alguien “escutiflat” no es simplemente alguien aplastado, desinflado, es otra cosa, mucho más completa.
“Cavil·la qui te cavil·la” (no hace falta traducción), recuerdo también algunas ideas de amigas de mi abuela, tan mallorquinas como ella. Una , viuda consuetudinaria, ataviada en plena Buenos Aires con el pañuelo negro a la usanza isleña, decía siempre: “Un sol Déu, un sol marit” (Un solo Dios, un solo esposo). Mientras que otra, que aún lo sufría, respondía “Es meu mussol sempre remuga” (Mi búho -es mucho más que eso en mallorquín- siempre murmura). Otra, viendo, con ternura, mis ganas de divertirme me señalaba diciendo “Aquesta té una juguera…!” (¡Ésta tiene unas ganas de jugar…!).
Para ir cerrando, deseo compartir una última anécdota risueña que tuvo su cierre un día que contemplé con detenimiento el mapa de las islas. Marcial decía siempre que llovía torrencialmente: “Quin temps per anar a festejar a Calonja” (Qué tiempo para ir a noviar a Calonge). En el mapa encontré la respuesta a mi desconcierto cuando de pequeña oía esa frase. Calonge resultó un pueblo lejano y de difícil acceso para alguien que , como mi abuelo, había vivido cerca de Palma. De ahí que una noche de tormenta resultaba imposible andar seduciendo jovencitas en sitios tan remotos en aquella época en que en Mallorca los transportes eran mínimos…
Ahora, para finalizar esta evocación lingüísticoafectiva, queridos amigos, invocaré a María diciendo “Mumareta meva! (Madrécita mía!) a la “Mare de Déu d’Agost”, patrona de Campos, tierra de mis abuelos paternos y a la Virgen de Lluc, la favorita de Isabel, dándoles las gracias por haberme conservado la memoria de estas palabras que por lo menos para mí tienen el sabor cálido del amor de los abuelos y me traen, sin proponérselo, el azul del Mediterráneo que está siempre en mi corazón. Ojalá a ustedes también les haya resultado grata la experiencia.
Cati Cobas
M'ha agradat molt llegir aquestes lletres (me ha gustado mucho leer esto)
ResponderEliminarMoltes gràcies, Toniet, per dir m'ho!!! (!Muchas gracias, Toniet, por decírmelo!
ResponderEliminarCati a Bons Aires